Respiro
Gracia que voy a pedir durante esta semana
Señor, haz crecer en mí un deseo cada vez mayor de estar contigo.
Día 1
Envías tu aliento y somos creados – Salmo 104 (103)
Te invitamos a seguir los pasos de la oración… sin prisas… sin pretensión de “hacerlo bien”… déjate llevar… permite que Dios vaya regalándote lo que necesitas. La pasividad es importante en la vida espiritual, porque Dios es mayor que tú y es quien toma la iniciativa, es quien sabe lo que necesitas más que tú misma y es quien te conoce hasta lo más profundo de tu ser… Aprovecha y déjate querer, déjate llevar, déjate cuidar…
Hoy te invitamos a leer lenta y suavemente este salmo que es un poema de alabanza por la maravilla de la creación… Conecta con todo lo creado y con el Creador. Siéntete parte de esta creación que sigue aconteciendo y que Dios Padre Madre sostiene con su bondad y ternura. Puedes permanecer un rato dejando que resuene dentro el versículo 30 de este salmo: “envías tu aliento y somos creados”… Permanece… alaba… agradece.
Día 2
Dios cuida de sus criaturas – Mateo 6,25-34
Estamos tan acostumbradas a resolver, controlar, sacar adelante metas y proyectos, cuidar de otros, hacer que las cosas sucedan, que esto de confiar en Dios y abrirnos a la idea de que no marcamos el ritmo de la vida y de los demás, se nos hace un tanto difícil. En este texto podemos darnos cuenta de que los hombres y mujeres de aquél tiempo -hace más de 2,000 mil años- también necesitaban crecer en esta confianza en Dios y en la serenidad vital que trae consigo sabernos cuidados, rodeados de Su bondad y ternura.
Somos hijas de Dios. Este es el punto de partida de nuestra vida. Lo que nos define como seres humanos es que somos radicalmente de Dios. El referente, el origen y el horizonte de nuestra existencia es este Dios Creador, Padre y Madre. Un Dios que nos ama, nos busca, nos sustenta, nos alienta desde dentro, nos envuelve con amor y compasión.
¿Cómo vas viviendo tus días? ¿Qué sensaciones, sentimientos, temores y esperanzas te acompañan? En tu día a día, ¿te acompaña esa sensación de ser amada, de estar acompañada de Dios o sientes que vives agobiada, ansiosa, llena de temor, angustia, sintiéndote profundamente sola?
